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Foto del escritorJorge Sanmiguel

La Zona Zero (ZZ) como origen del Entrenamiento Específico del Portero

Actualizado: 21 may 2021

¿Cuántas veces hemos escuchado a un entrenador decirle a su portero; “bloca todos los balones que puedas”? En este artículo partimos de esta “premisa” para reflexionar sobre el tema, tomando como referencia tres aspectos fundamentales: el tipo de conocimiento empleado en un instante-momento del juego; las variables implicadas en una acción de tiro; y la metodología del entrenamiento utilizada para mejorar esta faceta táctico-técnica.

Actualmente las demandas competenciales del portero se han ido ampliando con la propia evolución del fútbol, la cual está sujeta en gran medida a los cambios en la normativa y los modelos de juego. Así, hoy en día el portero participa activamente tanto en defensa como en ataque, lo que dificulta muchas veces la elección semanal de los contenidos a trabajar en el entrenamiento específico del portero.

Y es en este punto donde destaca el concepto que hemos acuñado como la “ZONA ZERO”, el cual determina la relación espacio-temporal del portero con los elementos que participan en el juego (Sanmiguel y Gutiérrez-Martínez, 2021). En concreto, la Zona Zero se contempla como la superficie que el portero debe controlar desde un inicio bajo palos, de ahí que tomemos como referencia la dimensión de una portería de fútbol sala y sus inmediaciones. En este sentido, si “parar balones” es una labor esencial del portero, está labor estará irremediablemente sujeta al empleo oportuno de determinados gestos técnicos en el que debemos situar en primera instancia el blocaje del balón. De esta competencia táctico-técnica emanará el resto de patrones (desvíos, despejes, rechaces…), utilizando en el entrenamiento escenarios y situaciones de partido cada vez más complejas conforme se vaya adaptando el portero. Así, para blocar un balón se deben dar unas óptimas condiciones que “sugieran” su empleo, pues de no ser así la predisposición a utilizar otro tipo de recurso más efectivo adquirirá más peso. Por ello, a la hora de discernir la elección de uno u otro gesto será clave tener en cuenta en el entrenamiento 3 aspectos: Tipo de conocimiento empleado El conocimiento empleado para blocar un balón es eminentemente procedimental. Es decir, de carácter práctico, cuyo aprendizaje implícito requiere bajos niveles de conciencia. Por ello, para desarrollar este conocimiento procedimental será clave repetir dentro de un contexto “ecológico” acciones de tiro que sean propensas a darse en los partidos. En este sentido, a través del ensayo-error el portero controlará y usará de forma intuitiva cada vez mejor este recurso (conocimiento metacognitivo). Todo ello con el apoyo concreto de algunas pautas verbalizadas por parte del entrenador (conocimiento declarativo).

Variables implicadas en los tiros Son múltiples las variables del juego que determinarán la dificultad de la acción, y por ende, el recurso técnico más eficaz utilizado por el portero para detener el balón. Entre las variables del juego más significativas (claves del juego) cabe destacar tanto la distancia, la velocidad y la dirección del balón; como la posición-disposición del jugador que tira, la de sus compañeros y la de los rivales. De esta forma, se deben ir configurando acciones lógicas (en cuanto a orden y forma de aparición) que respeten el principio de progresión en cuanto a número y exigencia de las claves del juego.

Metodología del entrenamiento de acciones de tiro Como ya hemos dicho, aunque parezca de Perogrullo es importante saber que todos los gestos técnicos defensivos del portero deben asentarse sobre el blocaje. Todo balón sujeto no deja segunda oportunidad. Por ello, en los inicios del entrenamiento específico del portero se empezará a trabajar de forma recursiva el blocaje a través de acciones básicas en cuanto a los planos de intervención y unidades de acción se refiere. Es decir, el origen de los tiros será la ZZ más básica (eje corporal). A partir de aquí, se incrementará progresivamente la dificultad de la acción de modo que se complique el blocaje y favorezca la introducción de otros recursos como el desvío o el despeje (sin estirada, para pasar luego a la estirada), ampliando de ese modo el repertorio. Cabe recordar aquí la importancia de desarrollar en las edades tempranas las capacidades perceptivo-motrices (coordinación, equilibrio, esquema corporal y lateralidad) integrándolas dentro de habilidades específicas propias de la demarcación.

Figura extraída del libro “En la mente del Portero” (Sanmiguel y Gutiérrez-Martínez, 2021) En conclusión, es importante empezar a construir la casa por los cimientos, lo que trasladado al entrenamiento del portero se resume en un control de la Zona Zero como origen del dominio de otras competencias.

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